La Reencarnación

Yo, nací en un lugar oscuro, estrecho y húmedo donde apenas había espacio. Al principio estaba sólo, pero después se unieron otros tantos amigos con los cuales compartiría el día a día; nunca saliamos a la calle y toda nuestra preocupación era la de permanecer bien agarraditos a las paredes y crecer. Vivíamos en una constante ida y venida de aire: corrientes en una dirección y en otra, al igual que objetos de diversa índole: carne, pedazos de manzanas, agua... según nos parecía, hacíamos apuestas para ver que sería lo próximo en entrar, otras veces, casi siempre viernes por la noche, llegaba una sustancia llamada alcohol, con la que nos bañábamos con ella, lo pasábamos en grande y nos volvíamos locos. Mi mejor amigo, mocosoft, siempre se ponía a imitar a flubber, un ídolo de "masas"(nunca mejor dicho) entre nosotros, bailando y descolgándose a veces un poco de su casa con lo que, toda la comunidad reíamos y disfrutábamos en grande;

Éramos felices, y lo teníamos todo.
Pero esa felicidad nos hizo descuidarnos y acomodarnos, nos dejamos caer en la monotonía, y ello supuso nuestra perdición.

Últimamente, a nuestro portador le costaba respirar. Era normal, todos habíamos crecido y obstruíamos el paso del aire; una gran putada. Yo, personalmente, me había fusionado con otros miembros inevitablemente, y me puse bastante rellenito.

Un día, estaba tan tranquilo pensando acerca de donde tenía las manos y piernas, cuando de repente, "moquete", nuestro mensajero personal, el más intrépido aventurero de la especie, el cual contaba que había estado en todas las zonas posibles, incluso se decía que venía de otro contenedor y que había visitado el "exterior"... nadie lo creía, pero todos le respetábamos, ( era innegable que tenía una movilidad fuera de lo común) llegó con el último rumor un tanto alarmado...
Por lo visto, mientras "visitaba" a una de las vecinas (las de arriba, los de la nariz, las más bonicas en realidad), se había enterado de algo que cambiaría el curso de nuestra historia, y esta vez no era nada relacionado con la historia del pañuelo blanco que atraía a paisanos, no (por eso no vivíamos allí, aquel pañuelo blanco era una amenaza constante). Esta vez era algo más serio...

Una nueva sustancia, llamada Flumil, ¡estaba llamada a exterminar a toda la especie!.
Al principio no le hicimos mucho caso, pero poco a poco fuimos sufriendo las consecuencias y por consiguiente a comenzar a creer al bueno de moquete; cada vez eran más comunes los "terremotos", en los cuales todo empezaba a agitarse insistentemente acompañado de un estruendoso ruido, tras el cual, gente de la comunidad, salía disparada hacía arriba.... y nunca más se le volvían a ver.
Al principio, fueron desapareciendo los más jóvenes y débiles, cada vez que venía un terremoto, yo me agarraba fuertemente a la pared, y permanecía en el lugar...
Hasta que comencé a debilitarme; el jodido Flumil, hizo que poco a poco perdiera fuerza, y cada terremoto hacía que temiera por mi vida.
Pronto me quedé sólo, todos, poco a poco fueron saliendo, y yo, desdichado, gordo y en soledad, perdí las ganas de luchar contra mi enemigo Flumil, y poco a poco, me fuí despegando. Una mañana, a las 8y30 de la mañana (seré una sustancia viscosa de origen biológico, pero estoy informado del mundo exterior), tuve un presentimiento y supe, que aquel terremoto no sería igual que los demás, así que me despedí de todo, me aferré a la idea de que existiría otra vida después de aquella y me solté...

Fuí a toda velocidad hacía boca, allí me masticaron un poco lo cual fué muy doloroso, pero a continuación ví una luz, la famosa luz del exterior de las mismísimas historias de moquete...
"decías la verdad moquete, perdóname por no creerte"- pensé.
Instantes después, salí catapultado al exterior a una velocidad indescriptible, al menos con el vocabulario que empleamos los mocos, y flipé... flipé con esa sensación de libertad, con ese viento agitando mi cuerpo... así que dediqué una sonrisa a la vida, esa vida que Flumil se empeñó en quitarme, pero que por instantes estuve agradecido de tener...

Realicé una parábola perfecta, y mi impacto con el suelo fué absolutamente silencioso, pero como el suelo estaba mojado por la lluvia de aquella mañana, resbalé algunos metros hacia adelante hasta impactar con el bordillo de una acera... pum!... y allí me quedé pegado.

Pensé que había muerto, y sólo podía pensar en verde...

Pasaron varios días, y una extraña sensación me despertó...estaba calentito, y no era nada reseco como lo era mi estado actual... un gato hambriento estaba lamiéndome insistentemente, y parte de mí, hizo el viaje inverso de aquella mañana...
Ahora vivo en otro túnel, algo más pequeño, comienzo a habituarme a la nueva compañía, y ahora creo fehacientemente en la resurrección.


"Dicen las malas lenguas, habla sola y comes mal, todos echan monedas, pero nadie se la lleva y la seda se convierte en un papel de fumar que se vuela y nada más.
Bajo a todos los sitios a romper, nunca te he pedido más, que cuando te enganches con aquél, me guardes un sorbito."